29 novembro 2010

Media: Cafés con encanto
(TurismoMadrid) Los hay pequeños y grandes, también los hay clásicos, más modernos, tradicionales, con aires bohemios, alternativos, con encanto, con aires retro, con música de jazz, swing, clásica… pero todos tienen una cosa en común: sirven como lugar de encuentro de amigos para disfrutar de una buena charla delante de una humeante taza de café y un trozo de tarta. Son los cafés de Madrid, lugares con encanto para refugiarse en las húmedas tardes otoñales.

Nuestro recorrido cafetero comienza por el café más antiguo de Madrid (1887) y uno de los grandes clásicos de la capital: el Café Comercial, situado en la céntrica Glorieta de Bilbao. Un café con solera, punto de referencia y centro, aún hoy, de tertulias literarias e intelectuales. Atraviesa la puerta giratoria y retrocederás en el tiempo: mesas de mármol, sillas de maderas, grandes espejos en sus paredes, buen café y rico chocolate con churros y picatostes. Si además eres aficionado al ajedrez, no dudes en pedirle al camarero un tablero y unas fichas. Aquí tiene su sede el Club de Ajedrez café Comercial.

No lejos de aquí, en la calle Ruiz, corazón de Malasaña, encontramos el Café Ruiz. Un local decorado a la vieja usanza con bancos de madera mullidos con cojines y mesas con velas, que le confieren una atmósfera muy íntima. Ideal para alejarse del bullicio, disfrutar de una merienda a base de café y tarta y luego, si la tarde se alarga y se está en buena compañía, probar un helado o un cóctel. En la calle Divino Pastor, otro café con encanto: el Isadora. Su nombre es un pequeño homenaje a la bailarina estadounidense Isadora Duncan, fallecida en un desgraciado accidente al enredarse el pañuelo que llevaba anudado al cuello con la llanta del coche donde viajaba. En algunas de sus paredes cuelgan cuadros recordando a la artista. La música y la luz suave que inunda el local invitan a la charla. Una amplia carta de cafés, tés y cócteles harán que sea uno de tus sitios preferidos para alargar la tarde.

Por Alonso Martínez

Si salimos de la zona de Malasaña y nos dirigimos hacia Alonso Martínez, también encontramos sitios acogedores. Luz tenue, espejos, velas, sillas de madera y ambiente bohemio y relajado junto con un aromático café te ponen en bandeja una tarde perfecta en el Café Belén, en la calle del mismo nombre, donde además del café tendrás que probar uno de sus famosos mojitos. Si dirigimos nuestros pasos hacia el centro de Madrid en busca de otros cafés donde refugiarnos no dejes de pasar por otro de los clásicos de la ciudad: el Café Gijón. Abrió sus puertas en 1888 y desde entonces no ha parado de ser un lugar de referencia y de reunión de grandes escritores como Benito Pérez Galdós, Ramón Gómez de la Serna, Pío Baroja, Valle Inclán, Camilo José Cela….y otros muchos. Sentarse en una de sus mesas es compartir una tarde con la historia y seguro que te servirá de inspiración para escribir si eres amante de las letras.

En el centro de Madrid

De nuevo ponemos rumbo hacia el centro de la ciudad por la calle de Alcalá. En su confluencia con la Gran Vía podemos acercarnos al Café del Círculo de Bellas, llamado La Pecera. Un espacio amplio y entarimado, presidido por una enorme lámpara de cristal y decorado con esculturas, frescos y con cómodas mesas. Sitúate en las que están más cerca de los ventanales para contemplar toda la vida que hay en esta vía. Disfruta de un café o de un té mientras hojeas la prensa. Es una delicia a cualquier hora del día.

En la calle León, casi haciendo esquina con la calle Prado, hallamos un verdadero tesoro: el Café Casa Pueblo. Un espacio donde dejarse conquistar por sus mesas de madera, música de jazz, una decoración que ha sobrevivido al paso del tiempo, una larga barra de mármol con una vieja máquina registradora y su piano. Pide un café o un cóctel y déjate seducir por el ambiente. Cierra los ojos cuando Gene Kelly comience a entonar las primeras notas de "Singing in the rain" y sentirás las gotas de lluvia… te lo aseguramos!!
En la misma zona pero en la calle Moratín se encuentra otro café que te sorprenderá: El Parnaso. Como si de un anticuario se tratara, este local guarda en su interior desde una antigua silla de peluquero hasta querubines. Mucha decoración art decó que le confiere al local una atmósfera un poco decadente pero con glamour. Además de cafés tiene una variada carta de batidos y cócteles. El local está en penumbra por lo que es ideal para las confidencias. A un paso del metro de Antón Martín, en la calle Santa María, se encuentra el Café Dos Gardenias, un local pequeño con una cuidada decoración. Música suave para poder charlar tranquilamente mientras degustas un té, un café con una tarta o un mojito, una de sus especialidades. El mejor sitio: a la entrada hay un viejo sillón junto a una librería donde podrás hojear desde cómics a revistas de viajes, música y literatura…
Y también en Antón Martín, en la calle Torrecilla del Leal, encontramos El Despertar. Un concepto muy parecido al de Casa Pueblo. Un lugar con sabor antiguo donde poder disfrutar de tu café o bebida mientras escuchas música de jazz en directo.

Café junto a la ópera

Cambiamos de zona y ponemos rumbo hacia Ópera. Por los alrededores del Teatro RealAnticafé, un sitio de decoración ecléctica, con paredes de distintos colores y sillas y mesas diferentes. Con dos plantas, es el sitio perfecto para tomar un café, batido o infusión antes de ir a una representación en el Real. Si caminamos en dirección al viaducto pronto llegaremos a la calle Segovia. Junto a la escalinata se asoma el Café del Nuncio. Busca tu mesa con velador y siéntate al lado de una ventana. Así podrás contemplar uno de los mejores atardeceres de Madrid. encontramos muchos sitios para sentarnos a disfrutar de un café. Te sugerimos un par de ellos. En la calle de la Unión se encuentra el

También en Lavapiés

Nuestro recorrido por los cafés con encanto termina en pleno barrio de Lavapiés, en la calle Buenavista, donde se encuentra el Café Oeste Celeste. Un ambiente cosmopolita y bohemio es lo que se respira aquí. Un gran mural preside una de las salas, mientras las mesas y butacones se disponen alrededor de farolillos y de un telescopio orientado hacia el cielo estrellado y con luna que hay dibujado en el techo. Para que la tarde termine entre cafés y mirando a las estrellas.

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