Media: Diccionario de madrileñismos
(lainformacion.com) Malamadre, panchito, gallinejas, butragueño… Todas estas palabras son madrileñismos. Quizás algunas se usen en otros lugares de España, pero lo cierto es que son propias de esta tierra y ahora aparecen recogidas en el ‘Diccionario de madrileñismos. Voces patrimoniales y populares de la Comunidad de Madrid’ (Ediciones La Librería).
Su autor es Manuel Alvar, catedrático de Lengua Española de la Facultad de Filología de la Universidad Complutense de Madrid, y ha realizado una extensa y complicada labor de compilación de términos que le ha llevado años.
De meatilas a ensalada de San Isidro El libro cuenta con 10.150 registros, lo que supone unos 6.300 artículos de diccionario. Sorprende el significado de algunas palabras. Entre ellas: aleluya (persona fea y sin gracia) y gilipollas (referido a madrileño), aunque hay muchas más. Indica la sinonimia que tienen las palabras en Madrid y señala los lugares de los que hay constancia de su empleo. Las palabras y acepciones no aparecen en el ‘Diccionario de la lengua española’ de la Real Academia Española, salvo las que consigna como originarias o propias de Madrid.
Manuel Alvar ha señalado este viernes en su presentación que el diccionario recoge vocablos de habla castiza y achulapada como trompitos (garbanzos del cocido), meatilas (persona que acostumbra tomar infusiones) o gadafi (pincho moruno); palabras del uso popular como cudilla (ardilla), coreano (de Madrid) y butragueño (y buitre, de ‘Buitrago’); y también del ámbito urbano y exclusivas del ámbito rural.
De la misma manera contiene las pertenecientes a épocas pasadas como caloña (calumnia) o julián y maripepa (tipos tradicionales madrileños); y las voces que sirven para nombrar los alimentos y las comidas tradicionales como las migas chanas (plato de postre que se hace con migas de leche) o la ensalada de San Isidro (ensalada que se comía en la Pradera durante la fiesta de San Isidro).
¿Cómo se ha elaborado? El proceso de creación se realizó llevando a cabo una minuciosa selección de términos de monografías y estudios lingüísticos, léxicos y etnográficos de la Comunidad de Madrid (unos 160 en total). Después se completó con los obtenidos de diversas revistas de dialectología y etnografía y con los folletos de información turística y programas de fiestas de los pueblos de los diferentes pueblos.
También el boca a boca ha sido clave para la creación de este diccionario. Y de hecho se realizó un buen número de encuestas con carácter léxico en numerosos pueblos de la Comunidad.
El vicedirector de la Real Academia Española, José Antonio Pascual, ha calificado esta obra de verdadero “tesoro” y ha dicho “que para quien quiera estudiar la migración de las palabras este texto es muy importante”.
Ha recalcado que “detrás de un libro aparentemente tan aburrido no se encuentra una novela, sino distintas novelas que nos pueden servir a cada uno de nosotros en función de nuestros intereses”.
Por su parte, Carlos Berzosa, el actual rector de la Universidad Complutense (que ha promovido la creación de este libro), ha destacado el papel de la investigación de la lengua porque “la investigación es también aumentar el conocimiento de nuestro pasado”.
Su autor es Manuel Alvar, catedrático de Lengua Española de la Facultad de Filología de la Universidad Complutense de Madrid, y ha realizado una extensa y complicada labor de compilación de términos que le ha llevado años.
De meatilas a ensalada de San Isidro El libro cuenta con 10.150 registros, lo que supone unos 6.300 artículos de diccionario. Sorprende el significado de algunas palabras. Entre ellas: aleluya (persona fea y sin gracia) y gilipollas (referido a madrileño), aunque hay muchas más. Indica la sinonimia que tienen las palabras en Madrid y señala los lugares de los que hay constancia de su empleo. Las palabras y acepciones no aparecen en el ‘Diccionario de la lengua española’ de la Real Academia Española, salvo las que consigna como originarias o propias de Madrid.
Manuel Alvar ha señalado este viernes en su presentación que el diccionario recoge vocablos de habla castiza y achulapada como trompitos (garbanzos del cocido), meatilas (persona que acostumbra tomar infusiones) o gadafi (pincho moruno); palabras del uso popular como cudilla (ardilla), coreano (de Madrid) y butragueño (y buitre, de ‘Buitrago’); y también del ámbito urbano y exclusivas del ámbito rural.
De la misma manera contiene las pertenecientes a épocas pasadas como caloña (calumnia) o julián y maripepa (tipos tradicionales madrileños); y las voces que sirven para nombrar los alimentos y las comidas tradicionales como las migas chanas (plato de postre que se hace con migas de leche) o la ensalada de San Isidro (ensalada que se comía en la Pradera durante la fiesta de San Isidro).
¿Cómo se ha elaborado? El proceso de creación se realizó llevando a cabo una minuciosa selección de términos de monografías y estudios lingüísticos, léxicos y etnográficos de la Comunidad de Madrid (unos 160 en total). Después se completó con los obtenidos de diversas revistas de dialectología y etnografía y con los folletos de información turística y programas de fiestas de los pueblos de los diferentes pueblos.
También el boca a boca ha sido clave para la creación de este diccionario. Y de hecho se realizó un buen número de encuestas con carácter léxico en numerosos pueblos de la Comunidad.
El vicedirector de la Real Academia Española, José Antonio Pascual, ha calificado esta obra de verdadero “tesoro” y ha dicho “que para quien quiera estudiar la migración de las palabras este texto es muy importante”.
Ha recalcado que “detrás de un libro aparentemente tan aburrido no se encuentra una novela, sino distintas novelas que nos pueden servir a cada uno de nosotros en función de nuestros intereses”.
Por su parte, Carlos Berzosa, el actual rector de la Universidad Complutense (que ha promovido la creación de este libro), ha destacado el papel de la investigación de la lengua porque “la investigación es también aumentar el conocimiento de nuestro pasado”.
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